Las empresas de gran tamaño, debido a su volumen y radio de acción, y en su propósito productivo y comercial, están en contacto con las distintas realidades sociales y medioambientales de su entorno. En ambos espacios las empresas, procurando mantener su viabilidad financiera y operativa, van desarrollando sus estrategias de relacionamiento, ya sea que estas hayan sido inducidas por leyes o reglamentaciones, o por sus políticas internas. De haber un desajuste o un incumplimiento de las condiciones que exige el entorno para que estas operen, cada empresa queda sujeta a las condiciones de inestabilidad de estos entornos.
Es por esta razón que las compañías que buscan afrontar activamente los desafíos de sus entornos sociales y medioambientales van a su vez desarrollando herramientas que les permitan hacerlo de forma estratégica y sostenible. Una de estas herramientas son las denominadas Carteras de Inversión Social, las cuales tienen por objetivo generar valor compartido.
Las carteras de inversión, por lo general, son el empaquetamiento de las distintas iniciativas y proyectos que materializan el propósito y la estrategia de la compañía. Lo que distingue a las Carteras de Inversión con sello Social es que sus proyectos y acciones buscan refrendar sus distintas políticas, y de forma particular, las que impulsan sus políticas sostenibles. Estas permiten en específico alinear los objetivos corporativos con la creación de valor compartido al invertir en proyectos que abordan situaciones donde las empresas y las comunidades se encuentran en conflicto (territorial, laboral o societal), sumado a la voluntad de las empresas por querer contribuir a resolverlas.
Son las Gerencias de Asuntos Públicos de las grandes empresas las que suelen hacerse cargo de estas acciones, no siempre de forma estructurada, donde los bordes de las carteras de inversión social no están siempre definidos, y dependen de las distintas disposiciones corporativas según cada contexto. Pero sólo cuando el conjunto de proyectos y acciones poseen un alineamiento directo con la perspectiva estratégica de la empresa, además de abordar los intereses de sus comunidades circundantes, pueden ser efectivamente definidas como Carteras de Inversión Social. Sobre estas es necesario generar gestión, haciendocumplir los objetivos tanto comunitarios como empresariales, y que al mismo tiempo puedan ser medibles de acuerdo a un particular foco estratégico.
De esto se deriva el tipo de análisis que se puede hacer sobre estas Carteras para saber siefectivamente estas están contribuyendo o no con la estrategia de las empresas. Cuando las métricas de evaluación de las carteras no dan muestras de su contribución a los objetivos corporativos, ni con los cambios en la condición de su relación con las comunidades, estas dejan de ser una inversión y pasa a ser un mero gasto. Que sea un gasto no es un problema en sí mismo, pero un enfoque de gasto social no permite hacer gestión sobre la cartera. Solo en el marco de una inversión que busca alcanzar las metas propuestas en una estrategia corporativa es posible de garantizar que se está haciendo una gestión sostenible efectiva.
Respecto a las metodologías para la gestión y evaluación de Carteras de Inversión Social, y en particular, para las evaluaciones de impacto existen muchos métodos, tanto cuantitativos y cualitativos. Dependiendo del tipo de proyectos que posee la cartera, se construye un cuadro de evaluación ad hoc para la gestión de las Carteras de Inversión Social. Las evaluaciones tienen sentido sólo si estas conectan los objetivos corporativos a los indicadores que muestren el avance en los ámbitos sociales buscados. De esta manera, la evaluación y la gestión sostenible cobran su relevancia, convirtiéndolas en herramientas preferentes para hacerse cargo del entorno social de las empresas y así para operar de forma efectiva y eficiente, con perspectiva estratégica y de largo plazo.