En el mundo contemporáneo, la relación entre la sociedad y las empresas ha evolucionado de ser un simple intercambio económico para convertirse en una interacción compleja donde las expectativas sociales y medioambientales juegan un rol fundamental. Esta transformación ha llevado a que las empresas no solo busquen maximizar sus beneficios, sino también se vean obligadas a actuar como agentes dentro del sistema social que conforman con otros agentes.
El concepto de agencia de los sistemas productivos sostiene que las empresas, como entes colectivos, tienen la capacidad y la responsabilidad de influir en la sostenibilidad de los sistemas sociales en los que operan. Esto no se limita a las decisiones tomadas en los directorios, sino que se extiende a las operaciones internas y a cómo se gestionan las relaciones con todas las partes interesadas. En este sentido, las empresas deben fomentar un marco de operaciones efectivo que promueva comportamientos sostenibles, lo que requiere un marco de gestión efectiva de la sostenibilidad en todos los niveles.
La importancia de las acciones sostenibles, dígase instancias de relacionamiento comunitario, proyectos medioambientales y de desarrollo social, son el sustento de los comportamientos demostrables de las empresas que no puede subestimarse. Una empresa que opera y transmite a través de sus acciones la importancia que le da a su relación con la sociedad, demuestra de manera más efectiva y transparente de que la sostenibilidad es verdaderamente un pilar de la compañía. Esto además de fortalecer la confianza y legitimidad que le otorga la sociedad a la compañía.
Por tanto, la gestión sostenible que se haga sobre estas acciones es la base sobre la cual se construyen relaciones duraderas y beneficiosas entre la empresa y la sociedad. La efectividad que tengan las acciones en transformar el contexto de la sociedad genera la confianza y legitimidad para operar en la sociedad, convirtiéndose en pilares fundamentales para el éxito a largo plazo de cualquier organización.
Sin embargo, se necesita el objeto sobre el cual hacer gestión sostenible. Las empresas deben construir el espacio de acciones, coherentes con su estrategia y políticas empresariales, el cual refleje el alineamiento de la empresa con la sociedad en la que está inserta. Esto implica evaluar continuamente sus acciones sostenibles y cómo estas son percibidas por el entorno. Las empresas deben ser capaces de adaptarse a las cambiantes expectativas sociales y ajustar sus acciones para asegurarse de que estas no solo sean legítimas, sino también sostenibles.
En este marco, las Carteras de Inversión Social, herramienta activa que reúne y empaqueta las acciones sostenibles de la empresa, actúa como medio para materializar las relaciones entre empresa y sociedad de manera tangible y sostenible, además de plasmar su rol de agentes dentro del sistema social en el que están isertas. Al desarrollar y gestionar estas carteras, las empresas no solo cumplen con sus políticas sostenibles, sino que también asumen activamente su responsabilidad de influir en la sostenibilidad del entorno social en el que operan.
Estas carteras, alineadas con la estrategia corporativa, permiten a las empresas generar valor compartido, abordando de manera proactiva los conflictos y desafíos sociales. De esta manera, las Carteras de Inversión Social se convierten en un vehículo mediante el cual las empresas demuestran su capacidad para actuar como agentes de cambio, fortaleciendo la relación con las comunidades y contribuyendo a la estabilidad y éxito a largo plazo, tanto de la empresa como de la sociedad en general.