El valor de una empresa en la sociedad ya no se mide exclusivamente por sus resultados financieros. Cada vez más, las organizaciones son evaluadas por su capacidad de generar impactos positivos en su entorno, contribuyendo a resolver problemáticas sociales y ambientales. En este contexto, la perspectiva de utilidad social de los proyectos sostenibles de las empresas se consolida como un pilar estratégico para que estas busquen trascender su función productiva y alinearse
con las demandas de un mundo en transformación.
Desde Triple Impacto, hemos adoptado la perspectiva del enfoque de evaluación de impacto desarrollado por AVISE (una agencia francesa dedicada a promover la economía social y solidaria, apoyando a organizaciones en la medición y gestión de su impacto), que considera la utilidad social en múltiples dimensiones: social, económica, ecológica, territorial y comunitaria. Este modelo nos permite comprender que la contribución de una empresa va más allá de sus operaciones inmediatas, influyendo en el bienestar de las comunidades, en la generación de empleo de calidad, en la preservación del medioambiente y en el fortalecimiento
de la cohesión social.
Esta visión integral implica que las empresas deben evaluar su impacto en términos de equidad, desarrollo sostenible e inclusión. Medir la utilidad social bajo este marco no solo facilita la transparencia y la rendición de cuentas, sino que permite a las organizaciones afinar su estrategia para maximizar los efectos positivos de su actividad.
En Triple Impacto, nos inspiramos en esta perspectiva para guiar a las empresas en la construcción de estrategias que incorporen la utilidad social como un eje central de su quehacer sostenible. A través de metodologías de evaluación alineadas con las dimensiones de impacto propuestas por AVISE, ayudamos a traducir la creación de valor social en indicadores concretos, asegurando que las empresas no solo midan su desempeño económico, sino también su aporte al tejido social y ambiental.
El futuro de las organizaciones pasa por su capacidad de integrarse de manera activa y responsable en la sociedad. No se trata solo de mitigar impactos negativos, sino de asumir un rol transformador. Aquellas empresas que comprendan su utilidad social como un motor de innovación y legitimidad serán las que lideren el cambio hacia modelos de negocio más sostenibles y equitativos.